RECURSOS VARIADOS


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INTELIGENCIA EMOCIONAL

EXPRESIÓN ORAL

VÍDEOS PARA TRABAJAR LA  EXPRESIÓN ORAL

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PLÁSTICA



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CULTURA Y PRÁCTICA DIGITAL


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MUCHAS IDEAS PARA CELEBRAR EL DÍA DE LA PAZ EN EL COLE


Canción: " Por no ser Amigo". Dani Martín y Hombres G

IMAGINE (UNICEF: WORLD VERSION)

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EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA Y LOS DERECHOS HUMANOS

Discapacidad poder distinto.

CORTOS CON VALORES.
Jamás te detengas.  
Debajo del árbol.
Ama lo que haces. 
El valor de la empatía. 
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Audiocuento El Principito. 
"El hormiguero" - La importancia de la verdad para niños. 
50 cuentos con valores y sabiduría.   
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La Bruxa
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Presto
El blog de Mª Luisa Arias Prada
Ficha para el video un sueño imposible.

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FLAMENCO

ORIGEN DEL FLAMENCO

Cuentos flamencos por Carmen Polo en Genially

El viaje de la llave mágica. Flamenco para escolares

Cuaderno de Fosforito.

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VALORES SOCIALES Y CÍVICOS

50 cortos geniales para trabajar valores 




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6 DE DICIEMBRE DÍA DE LA CONSTITUCIÓN

¿Qué es, para que sirve,…, una constitución?
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EDUCACION PARA LA IGUALDAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES.













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ANDALUCÍA.





HIMNO

MUJERES EN LA HISTORIA DE ANDALUCÍA

UN POCO DE ANDALUCÍA

PABLO ALBORÁN - ANDALUCÍA







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2023
Pasapalabras Andalucía
https://sites.google.com/edumva.com/diadeandalucia/pasapalabras
https://view.genial.ly/601d6dd4a0f2bc0d0ac1fa02/game-pasapalabra-andalucia-1-ciclo-primaria
 
Provincias de Andalucía
 https://mapasinteractivos.didactalia.net/comunidad/mapasflashinteractivos/recurso/provincias-de-andalucia/b28a4acf-873d-4a84-9214-5e487b975dd3
 
Ríos de Andalucía (difícil)
https://mapasinteractivos.didactalia.net/comunidad/mapasflashinteractivos/recurso/rios-de-andalucia/903eabb6-745d-447a-92c0-477d59009683
 
Juego de puzles.
https://mapasinteractivos.didactalia.net/comunidad/mapasflashinteractivos/recurso/provincias-de-andalucia/8334e200-a49d-7c06-f74b-2487fa5d1e99
 
Juego de relieve
https://mapasinteractivos.didactalia.net/comunidad/mapasflashinteractivos/recurso/relieve-de-andalucia/6ec3a655-441b-40fb-919b-5d3643184496
dibujos
 
http://www.colegioelpradolucena.es/wp-content/uploads/2022/02/01-DI%CC%81A-DE-ANDALUCI%CC%81A.pdf
cromos
http://www.colegioelpradolucena.es/wp-content/uploads/2022/02/A%CC%81LBUM-ANDALUCI%CC%81A-CROMOS.pdf

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Poema de Andalucía de Carmen Gil.
DE EXCURSIÓN A ANDALUCÍA 
Lola grita de alegría:
"¡Qué excursión tan divertida!" 
Podrá ver Andalucía
 y está nerviosa perdida. 
SEVILLA 
En el Guadalquivir rema. 
Por las calles brinca y salta. 
¡Huele a azahar y a alhucema!
 ¡Y la Giralda es tan alta…! 
CÁDIZ 
Se disfraza de pirata 
y se va de carnaval 
a la Tacita de Plata. 
Allí lo pasa genial. 
HUELVA 
Está en pie muy de mañana 
y no olvida los prismáticos. 
Paseando por Doñana, 
ve dos linces muy simpáticos. 
CÓRDOBA 
Le encanta pisar los charcos 
camino de la Mezquita, 
que con sus cientos de arcos
 le parece muy bonita. 
MÁLAGA 
Se baña Lola, contenta, 
en unas playas divinas 
y después da buena cuenta 
de un espeto de sardinas. 
GRANADA 
Sueña en la Alhambra, alelada, 
que ve a un sultán barrigudo.
 Esquía en Sierra Nevada, 
¡pero se cae a menudo! 
JAÉN 
Cazorla es gloria bendita. 
Ve ciervos bajo la luna, 
y la cena está exquisita: 
¡no deja ni una aceituna!
 ALMERÍA 
Más tarde, en Cabo de Gata,
 nada, navega, bucea 
entre las olas de plata, 
al ritmo de la marea. 
Lola se apena un montón. 
¡Menudo disgusto tiene 
porque acaba la excursión...! 
Volverá el año que viene.





LECTURAS

RETAHÍLA: "FELICIDADES ANDALUCÍA"

OCHO HERMANITAS DE LA MANO VAN.
LAS OCHO JUNTITAS EN EL MAPA ESTÁN.
LUGARES MUY BONITOS ALLÍ ENCONTRARÁS.
ALGÚN DÍA LAS OCHO BIEN CONOCERÁS.
UNIDAS LAS OCHO FORMAN ANDALUCÍA .
Y ESTÁN MUY ALEGRES PORQUE HOY ES SU DÍA.


LA KARABA - Juan Valera
Había en la feria de Mairena un cobertizo formado con esteras viejas de esparto; la puerta tapada con no muy limpia cortina, y sobre la puerta un rótulo que decía con letras muy gordas:
Atraídos por la curiosidad, y pensando que iban a ver un animal rarísimo, traído del centro del África o de regiones o climas más remotos, hombres, mujeres y niños acudían a la tienda, pagaban la entrada a un gitano y entraban a ver la Karaba.
- ¿Qué diantre de Karaba es esta? -dijo enojado un campesino.
- Esta es una mula muy estropeada y muy vieja.
- Pues por eso es la Karaba, -dijo el gitano- porque araba y ya no ara.


QUIEN NO TE CONOZCA QUE TE COMPRE - Juan Valera
No nos atrevemos a asegurarlo, pero nos parece y querernos suponer que el tío Cándido fue natural y vecino de la ciudad de Carmona.
Tal vez el cura que le bautizó no le dio el nombre de Cándido en la pila, sino que después todos cuantos le conocían y trataban le llamaron Cándido porque lo era en extremo. En todos los cuatro reinos de Andalucía no era posible hallar sujeto más inocente y sencillote.<div style="text-align: center;">
El tío Cándido tenía además muy buena pasta. Era generoso, caritativo y afable con todo el mundo. Como había heredado de su padre una haza, algunas aranzadas de olivar y una casita en el pueblo, y como no tenía hijos, aunque estaba casado, vivía con cierto desahogo.

Con la buena vida que se daba se había puesto muy lucio y muy gordo.
Solía ir a ver su olivar, caballero en un hermosísimo burro que poseía; pero el tío Cándido era muy bueno, pesaba mucho, no quería fatigar demasiado al burro y gustaba de hacer ejercicio para no engordar más. Así es que había tomado la costumbre de hacer a pie parte del camino, llevando el burro detrás asido del cabestro.
Ciertos estudiantes sopistas le vieron pasar un día en aquella disposición, o sea a pie, cuando iba ya de vuelta para su pueblo. Iba el tío Cándido tan distraído que no reparó en los estudiantes.
Uno de ellos, que le conocía de vista y de nombre y sabía sus cualidades, informó de ellas a sus compañeros y los excitó a que hiciesen al tío Cándido una burla.
El más travieso de los estudiantes imaginó entonces que la mejor y la más provechosa sería la de hurtarle el borrico. Aprobaron y hasta aplaudieron los otros, y puestos todos de acuerdo, se llegaron dos en gran silencio, aprovechándose de la profunda distracción del tío Cándido, y desprendieron el cabestro de la jáquima. Uno de los estudiantes se llevó el burro, y el otro estudiante, que se distinguía por su notable desvergüenza y frescura, siguió al tío Cándido con el cabestro asido en la mano.
Cuando desaparecieron con el burro los otros estudiantes, el que se había quedado asido al cabestro tiró de él con suavidad. Volvió el tío Cándido la cara y se quedó pasmado al ver que en lugar de llevar el burro llevaba del diestro a un estudiante.
Este dio un profundo suspiro, y exclamó:
- Alabado sea el Todopoderoso.
- Por siempre bendito y alabado, -dijo el tío Cándido.
Y el estudiante prosiguió:
- Perdóneme usted, tío Cándido, el enorme perjuicio que sin querer le causo. Yo era un estudiante pendenciero, jugador, aficionado a mujeres y muy desaplicado. No adelantaba nada. Cada día estudiaba menos. Enojadísimo mi padre me maldijo, diciéndome: eres un asno y debieras convertirte en asno.
Dicho y hecho. No bien mi padre pronunció la tremenda maldición, me puse en cuatro pies sin poderlo remediar y sentí que me salía rabo y que se me alargaban las orejas. Cuatro años he vivido con forma condición asnales, hasta que mi padre, arrepentido de su dureza, ha intercedido con Dios por mí, y en este mismo momento, gracias sean dadas a su Divina Majestad, acabo de recobrar mi figura y condición de hombre.
Mucho se maravilló el tío Cándido de aquella historia, pero se compadeció del estudiante, le perdonó el daño causado y le dijo que se fuese a escape a presentarse a su padre y a reconciliarse con él.
No se hizo de rogar el estudiante, y se largó más que deprisa, despidiéndose del tío Cándido con lágrimas en los ojos y tratando de besarle la mano por la merced que le había hecho.
Contentísimo el tío Cándido de su obra de caridad se volvió a su casa sin burro, pero no quiso decir lo que le había sucedido porque el estudiante le rogó que guardase el secreto, afirmando que si se divulgaba que él había sido burro lo volvería a ser o seguiría diciendo la gente que lo era, lo cual le perjudicaría mucho, y tal vez impediría que llegase a tomar la borla de Doctor, como era su propósito.
Pasó algún tiempo y vino el de la feria de Mairena.
El tío Cándido fue a la feria con el intento de comprar otro burro.
Se acercó a él un gitano, le dijo que tenía un burro que vender y le llevó para que le viera.<div style="text-align: center;">
Qué asombro no sería el del tío Cándido cuando reconoció en el burro que quería venderle el gitano al mismísimo que había sido suyo y que se había convertido en estudiante. Entonces dijo el tío Cándido para sí:
- Sin duda que este desventurado, en vez de aplicarse, ha vuelto a sus pasadas travesuras, su padre le ha echado de nuevo la maldición y cátale allí burro por segunda vez.
Luego, acercándose al burro y hablándole muy quedito a la oreja, pronunció estas palabras, que han quedado como refrán:
- Quien no te conozca que te compre.

LAS CASTAÑAS  - Juan Valera
El día de difuntos salió muy de mañana a misa una linda beata, que la noche anterior, según es costumbre en la noche de Todos los Santos, se había regalado, comiendo puches con miel y muchas castañas cocidas.
Como era muy temprano y apenas clareaba el día, la calle por donde iba la beata estaba muy sola. Así es que ella, sin reprimirse, con el más libre desahogo y hasta con cierta delectación, lanzaba «suspiros» traidores y retumbantes, y cada vez que lanzaba uno, decía sonriendo:
- ¡Toma castañas!
Proseguía caminando, soltaba otros suspiros y exclamaba siempre:
- ¡Las castañas! ¡Las castañas!
Un caballero, muy prendado de la beata, solía seguirla, hacerse el encontradizo, oír misa donde y cuando ella la oía, y hasta darle agua bendita al entrar en la iglesia, para tener el gusto de tocar sus dedos.
Iba aquel día el caballero tan silencioso y con pasos tan tácitos detrás de la beata, que ella no le vio ni sospechó que viniese detrás, hasta que volvió la cara, poco antes de entrar en el templo.
- ¿Hace mucho tiempo que viene usted detrás de mí? -dijo muy sonrojada la linda beata.
Y contestó el caballero:
- Señora, desde la primera castaña.


A QUIÉN DEBE DARSE CRÉDITO  - Juan Valera
Llamaron a la puerta. El mismo tío Pedro salió a abrir y se encontró cara a cara con su compadre Vicentico.
- Buenos días, compadre. ¿Qué buen viento le trae a usted por aquí? ¿Qué se le ofrece a usted?
- Pues nada... confío en su amistad de usted... y espero...
- Desembuche usted, compadre.
- La verdad, yo he podado los olivos, tengo en mi olivar lo menos cinco cargas de leña que quiero traerme a casa y vengo a que me empreste usted su burro.
- ¡Cuánto lo siento, compadre! Parece que el demonio lo hace. ¡Qué maldita casualidad! Esta mañana se fue mi chico a Córdoba, caballero en el burro. Si no fuera por esto podría usted contar con el burro como si fuese suyo propio. Pero, qué diablos, el burro estará ya lo menos a cuatro leguas de aquí.
El pícaro del burro, que estaba en la caballeriza, se puso entonces a rebuznar con grandes bríos.
El que le pedía prestado dijo con enojo:
- No creía yo, tío Pedro, que usted fuese tan cicatero que para no hacerme este pequeño servicio, se valiese de un engaño. El burro está en casa.
- Oiga usted, replicó el tío Pedro. Quien aquí debe enojarse soy yo.
- ¿Y por qué el enojo?
- Porque usted me quita el crédito y se lo da al burro.

EL SEÑOR NICHTVERSTEHEN - Juan Valera
Con rico cargamento de vinos generosos, higos, pasas, almendras y limones, en la estación de la vendeja llegó a Hamburgo, procedente de Málaga, una goleta mercante española. El patrón, el piloto y el contramaestre sabían muy bien su oficio o dígase el arte de navegar, pero de todas las demás cosas, menester es confesarlo, sabían poco o nada: tenían muy gordas las letras, como vulgarmente suele decirse. Por dicha, remediaba este mal y aun le trocaba en bien, un malagueño muy listo que iba a bordo como secretario del patrón y que apenas había ciencia ni arte que no supiese o en la que por lo menos no estuviese iniciado, ni idioma que no entendiese, escribiese y hablase con corrección y soltura.
Había en el puerto gran multitud de buques de todas clases y tamaños, resplandeciendo entre ellos, llamando la atención y hasta excitando la admiración y la envidia de los españoles, un enorme y hermosísimo navío, construido con tal perfección, lujo y elegancia que era una maravilla.
Los españoles naturalmente tuvieron la curiosidad de saber quién era el dueño del navío y encargaron al secretario que, sirviendo de intérprete, se lo preguntase a alumnos alemanes que habían venido a bordo.
Lo preguntó el secretario y dijo luego a sus paisanos y camaradas:
- El buque es propiedad de un poderoso comerciante y naviero de esta ciudad en que estamos, el cual se llama el Sr. Nichtverstehen.
- ¡Cuán feliz y cuán acaudalado ha de ser ese caballero! -dijo el patrón envidiándole.
Saltaron luego en tierra y se dieron a pasear por las calles, contemplando y celebrando la grandeza y el esplendor de los edificios.
A través de una reja preciosa de bronce dorado y en el centro de un parque lleno de corpulentos y frondosos árboles, y cubierto el suelo de verde césped y de lindas flores, vieron uno de los más suntuosos palacios que habían visto en su vida. Encomendaron al secretario que preguntase quién era el amo del palacio y en él vivía.
El secretario se dirigió a un transeúnte, le preguntó y volvió a sus amigos diciéndoles:
- Quien habita en ese palacio y le posee es el mismo comerciante y naviero dueño del buque: el Sr. Nichtverstehen.
Siguieron recorriendo las calles, muy distraídos en ver pasar muchedumbre de pueblo, gran número de gente bien vestida, a pie, a caballo y en coche, y no pocas gallardas mujeres, que les cautivaban la atención y aun los corazones. Una, sobre todo, los dejó embelesados, porque era un prodigio de hermosura, joven y rubia, y tan majestuosa como una emperatriz. Iba sentada en reluciente landó abierto, del cual tiraban dos briosos caballos de la más pura sangre inglesa.
Deslumbrados ante la pomposa aparición de aquella mujer, que les pareció más divina que humana, ansiaron saber quién era. Fue el secretario a preguntarlo y volvió diciendo:
- Es la mujer del comerciante y naviero, dueño del buque y del palacio: es la señora de Nichtverstehen.
Aunque los españoles somos por lo común poco envidiosos y hasta magnánimos, no se ha de negar que, en esta ocasión y harto fundado motivo había para ello, el patrón, el piloto y los demás de la goleta se morían de envidia.
A fin de consolarse de no ser tan venturosos como el Sr. Nichtverstehen, tomaron dos cochecitos de punto y se fueron a pasear por los floridos alrededores de Hamburgo.
Durante este paseo en coche, crecieron la admiración y la envidia de todos. Y la cosa no era para menos. Vieron una magnífica fábrica de tejidos. Preguntaron quién era el fabricante capitalista, y supieron por el mismo conducto y medio que era el Sr. Nichtverstehen.
Admiraron después una suntuosa quinta circundada de bosques y jardines, con colosales invernáculos, donde había palmas gigantescas, helechos arborescentes, naranjos, limoneros, higueras de la India, orquídeas y mil otras plantas de los climas cálidos, y donde bramaban, gruñían y cantaban, en grandes jaulas, multitud de fieras y de aves. Con asombro supieron que aquel regio y campestre retiro era también propiedad del Sr. Nichtverstehen.
- Debe de ser un potentado -exclamaba el piloto.
- Lo que posee valdrá muchos millones de florines -añadía el patrón.
- ¡Quién fuera como el Sr. Nichtverstehen! -decían los demás en coro.
Haciendo estas exclamaciones volvieron a entrar en la ciudad, se apearon y prosiguieron a pie su paseo formando grupo.
De pronto se llenó la calle de gente.
- ¿Qué será? -decían.
Era un entierro de mucho lujo.
El secretario, según tenía ya de costumbre, se dirigió a una persona de las que vio más cerca para enterarse y saber a quién llevaban a enterrar.
Luego que se enteró, el secretario volvió a sus compañeros, y como era docto y sentencioso y no sólo sabía alemán sino también latín, les dijo con mucha gravedad:
- Sic transit gloria mundi. No hay que envidiar la opulencia, los deleites y el regalo. De nada le han valido todos sus millones al Sr. Nichtverstehen. Era tan mortal como el más miserable pordiosero. Ahí le tenéis encerrado en ese féretro, y dentro de poco estará en el sepulcro y será pasto de gusanos.
EL COCINERO DEL ARZOBISPO
Juan Valera
En los buenos tiempos antiguos, cuando estaba poderoso y boyante el Arzobispado, hubo en Toledo un Arzobispo tan austero y penitente, que ayunaba muy a menudo y casi siempre comía de vigilia, y más que pescado, semillas y yerbas.
Su cocinero le solía preparar para la colación, un modesto potaje de habichuelas y de garbanzos, con el que se regalaba y deleitaba aquel venerable y herbívoro siervo de Dios, como si fuera con el plato más suculento, exquisito y costoso. Bien es verdad que el cocinero preparaba con tal habilidad los garbanzos y las habichuelas, que parecían, merced al refinado condimento, manjar de muy superior estimación y deleite.
Ocurrió, por desgracia, que el cocinero tuvo una terrible pendencia con el mayordomo. Y como la cuerda se rompe casi siempre por lo más delgado, el cocinero salió despedido.
Vino otro nuevo a guisar para el señor Arzobispo y tuvo que hacer para la colación el consabido potaje. Él se esmeró en el guiso, pero el Arzobispo le halló tan detestable, que mandó despedir al cocinero e hizo que el mayordomo tomase otro.
Ocho o nueve fueron sucesivamente entrando, pero ninguno acertaba a condimentar el potaje y todos tenían que largarse avergonzados, abandonando la cocina arzobispal.
Entró, por último, un cocinero más avisado y prudente, y tuvo la buena idea de ir a visitar al primer cocinero y a suplicarle y a pedirle, por amor de Dios y por todos los santos del cielo, que le explicara cómo hacía el potaje de que el Arzobispo gustaba tanto.
Fue tan generoso el primer cocinero, que le confió con lealtad y laudable franqueza su procedimiento misterioso.
El nuevo cocinero siguió con exactitud las instrucciones de su antecesor, condimentó el potaje e hizo que se le sirvieran al ascético Prelado.
Apenas éste le probó, paladeándole con delectación morosa, exclamó entusiasmado:
- Gracias sean dadas al Altísimo. Al fin hallamos otro cocinero que hace el potaje tan bien o mejor que el antiguo. Está muy rico y muy sabroso. Que venga aquí el cocinero. Quiero darle merecidas alabanzas.
El cocinero acudió contentísimo. El Arzobispo le recibió con grande afabilidad y llaneza, y puso su talento por las nubes.
Animado entonces el artista, que era además sujeto muy sincero, franco y escrupuloso, quiso hacer gala de su sinceridad y de su lealtad y probar que sus prendas morales corrían parejas con su saber y aun se adelantaban a su habilidad culinaria. El cocinero, pues, dijo al Arzobispo:
- Excelentísimo señor: a pesar del profundísimo respeto que V. E. me inspira, me atrevo a decirle, porque lo creo de mi deber, que el antiguo cocinero lo estaba engañando y que no es justo que incurra yo en la misma falta. No hay en ese potaje garbanzos ni habichuelas. Es una falsificación. En ese potaje hay albondiguitas menudas hechas de jamón y pechugas de pollo, y hay riñoncitos de aves y trozos de criadillas de carnero. Ya ve V. E. que le engañaban.
El Arzobispo miró entonces de hito en hito al cocinero, con sonrisa entre enojada y burlona, y le dijo:
- ¡Pues engáñame tú también, majadero!

JUEGOS SCRATCH.



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